miércoles, 2 de septiembre de 2015

EL CONFLICTO EN EL AMBITO FAMILIAR

CONFLICTO EN EL AMBITO FAMILIAR
CASO SUPUESTO: MADRE E HIJA

J. P. Lederach identifica también tres elementos para comprender adecuadamente el conflicto: el problema, las personas y el proceso.

Una madre le dice a su hija: “Quítate esa ropa, que pareces un adefesio”.
La hija le responde: “pues a mí me gusta y, además, es la ropa que llevan todas mis amigas.


El problema.
El problema hace referencia a las diferencias y asuntos que enfrentan a las personas y se concreta en las posiciones, intereses o/y necesidades que se mantienen en el conflicto. Abarca el núcleo, el meollo del conflicto, la estructura del conflicto. En este supuesto caso, el problema núcleo del conflicto radica en los diferentes criterios a la hora de vestir que tienen la madre y la hija, criterios que chocan entre sí.




Las personas.
Nos referimos a todos aquellos que están involucrados en el conflicto, a sus sentimientos y percepciones, a los elementos psicológicos que están presentes (emociones, autoestima…) y a la forma de conceptualizar los problemas y las personas. En nuestro ejemplo, las personas en conflicto son la madre y la hija ¿Cómo percibe la madre a su hija? ¿Rara, rebelde, cabezota…? Y ¿cómo la valora desde la emoción? Probablemente de manera negativa: no me gusta su ropa, parece un adefesio, me hace enfadar…; a su vez, la hija percibe a la madre como anticuada, fuera de moda, sin gusto estético…



El proceso.
El proceso hace referencia a cómo se desarrolla el conflicto y cómo las partes tratan de resolverlo, cómo se toman las decisiones y cómo se sienten los protagonistas en todo ello. La forma en que se toman las decisiones suele ser uno de los elementos clave para el desencadenamiento del conflicto, lo mismo que el tipo de comunicación empleado en el proceso.

A lo largo de nuestra vida hemos recibido y asimilado a través de nuestra familia, escuela, amigos y sociedad en general muchas pautas de actuación ante los conflictos, que es preciso identificar y valorar. Es muy frecuente ver que ante un conflicto se recurre fácilmente a la violencia, sea ésta física, psíquica o social, en forma de agresiones, insultos o vacíos sociales. Cuando vemos que una persona, grupo, organización impiden la consecución de nuestros objetivos, nuestra respuesta más frecuente es el ataque, intentar conseguir lo que queremos a través de la fuerza, buscar siempre ganar a costa de la otra parte.



Así, nos cerramos en nuestra posición, dejamos de escuchar a la otra parte y, aunque al final nos salgamos con la nuestra, el conflicto sigue ahí y volverá a plantearse en cualquier momento. 

(Extracto del Manual para padres y madres. CEAPA)



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